martes, diciembre 20, 2005

London Calling (II)

... En casa de Javi descubrí a la que sería la mascota del viaje: la Tortuga Ninja, regalito del Happy Meal.


Después de ¡¡por fin!! dejar la maletoncia en el piso, nos fuimos al conciertazo de Franz Gonzalo, Antonio, Michelle, Javi y una servidora. Como la sala estaba en el culo de Londres decidimos ir calentitos durante el viaje, así que compramos una garrafa de cinco litros de agua para llenarla de vodka con limón. Así íbamos en el metro...
Tras tener que coger un taxi con una española a la que acabábamos de conocer, por fin llegamos al recinto, donde decidimos comprar limón para seguir con nuestro alcoholismo. Pero ahí quien nos superó fue Corina, que se metía lingotazos de vodka directamente desde la petaca. Muy grande.
Después del conciertazo nos fuimos a un bar genial en Camden, el Barfly. En la planta de arriba había un concierto de unos chiflaos que daban mucho miedito, sobre todo el bajista.


Al día siguiente, resacón resacón y compritas varias en Camden (con tortuga incluída, of course). Mi consumismo me llevó a comprarme dos camisetas ("Yeah, yeah, yeah, bla, bla, bla, Now buy me a drink and fuck off" y "Psyco Bitch") y un jersey ("Punk me up"). También estuvimos en una tienda increíble como futurista que no sabía bien si me daba miedito o me hacía querer ser una cyborg.

Lo mejor vino por la noche. No salimos, y una servidora, muy responsable ella, dijo que se iba a levantar pronto para ir de shopping por Oxford Street (osea Mari, que guay que soy). Cuando ya me hallaba en el quinto sueño llega Gonzalo:
Gonzalo: Paula, Paula, despierta. Tengo una mala noticia.


Yo, con mi aparato mordedor nocturno, mis legañas y mi mala hostia de cuando me despiertan:¿eh? (Miro el reloj: las cuatro) ¡¡Joder!! ¡¡No pueden ser las cuatro de la tarde!! ¡¡No puedo irme de compras!!
Gonzalo: Que no, es sólo que te vayas a dormir a la cama de Paco.
Yo (oía gente en el salón, pero no veía bien a causa de mis hinchaditos ojos y de que cuando tengo mucho sueño me vuelvo bizca): ¿¿¡¡Cómo me voy a ir a la cama de Paco si son las cuatro de la tarde!!??

Pues resulta que eran las cuatro de la mañana y que Paco había llegado con sus amigos del curro a celebrar que era su último día en Belgos (el restaurante donde trabajaba media población extranjera de Londres). Y claro, yo no me podía quedar sobando en el salón porque iban a estar gritando y bebiendo.

Así que cual gusano me deje arrastrar por mi misma metida en el saco hacia la habitación de los chicos. Allí estaba Juanjo, que de repente se puso a medio chillar por teléfono a su novia, que le acusaba de unos falsos cuernos. Cuando me conseguí volver a dormir, empiezo a oir: "Paula, ¿estás dormida?". Pues ya no. Y nada, a escuchar el por qué de la discusión. Creo que le dije que todas las tías éramos unas perras o algo así, porque cuando estoy medio sobada además de bizquear estoy como borracha.
Por tercera vez conseguí dormirme, y por tercera vez me despertaron. Volvía a ser Gonzalo, que ahora me decía que me echara a un lado que iba a dormir en esa cama porque en la otra iba a dormir Paco y en el salón estaban sus amigos. Pasé de pensar en lo que los Legis dirían de tal proposición y me deslicé con mi saquito al borde de la cama, donde adopté una posición imposible con medio cuerpo fuera. Y entonces llegó Paco, que se derrumbó en la cama de Andrea para ponerse a roncar cual... cual... cual mamón, joder, que vaya pulmones que tenía. Intentamos despertarle de todas las formas posibles (le pusimos una almohada encima, le pusimos una lámpara en los ojos, le dimos leches en el brazo...), pero el cabrón era el roncador durmiente.
No sé cómo pero pude dormirme. Y a las nueve estaba en pie y dispuesta a irme a gastarme todos mis ahorros en Oxford Street...

Tu bi continiud...