London calling (I)
- Porque hay como mil fotos.
- Porque no tengo tiempo para estar cuatro horas escribiendo.
- Porque si no jamás podréis leerlo entero.
- Porque es mi blog y me da la gana.
Hala, que os cunda.
Prólogo.
Universalmente conocido es mi absoluto pavor a los aviones, así como mi tradición de engullir todas las valerianas y/o dormidinas que mi garganta me permita. No hace falta decir que apenas me hacen efecto. Sí, el cuerpo se me duerme, pero mi cerebro no para de repetir una y otra vez que el avión se estrellará y que moriremos todos cual chinches. Así que cuando viajo en avión tengo más o menos este careto:
(Este en concreto era el que tenía cuando fuimos a Berlín)
Bien. Dicho esto ha llegado el momento de confesar. Ave María Purísima: mi madre es mi camello.
El viernes noche acercóse a mi persona sigilosamente. Llevaba algo en la mano.
- Mamá: "Te he conseguido algo para que te tranquilices".
- Yo: ¿?
- Mamá: "Es Lexatin. Me lo han pasado en la farmacia sin receta. Sólo me han dado seis. Tienes que tomar una ahora y otra mañana por la mañana. Cuando vuelvas, lo mismo".
- Yo: ¿¿¿???
- Mamá: "Pero no lo mezcles ni con cocacola, ni café, ni nada de eso porque te puede dar un yuyu".
Me sentí absolutamente fascinada por la faceta oscura de la mujer que me parió.
Medio drogada me levanté a causa de la sustancia que había ingerido gracias a mi madre. Dando tumbos conseguí terminar la maleta, desayunar y meterme otro chute lexatiniano.
Del aeropuerto poco me acuerdo, tan sólo que vi al puto Fernando Alonso seguido de unas 20 niñas con sobrepeso.
Al entrar al putoavión juréme no sentarme en los números malditos (4-8-15-16-23-42). En cuanto vi un sitio decidí allí desplomarme. Cuando el putoavión despegó miré hacia arriba. Estaba sentada en el 4. De puta madre.
La droga hacía efecto rápidamente, pero no consiguió mi ansiado deseo: hacerme dormir. La ideal parejita sentada a mi lado me observaba con pavor. Tal vez fue porque hablaba sola con el Sudoku y lo llamaba hijoputa. Por fin llegué a Victoria, donde GonzaloelamigodeAl me venía a buscar... a buscar... a buscar... Y por fin llegó con su amiga la resaca. Acompañados de mi gigantesca maleta entramos en el typical bus, que era el que nos dejaba más lejos del piso. Hacia allí nos dirigimos mientras mentalmente yo agradecía la inexistencia de dirección asistida en mi querido vehí-culo. Es por ello por lo que mis bíceps están casi tan desarrollados como los de Madonna.
3 Comments:
antes de bajar más he pensado lo de la foto... menos mal que has especificado porque ya te iba a descubrir... esa foto es mía...
¿qué les pasa a esos números? ¿tiene algo que ver con perdidos o qué?
Claro!! Son los números de Perdidos (bad numbers bad numbers!!)
drogata y tu madre, camella!!! quiero ya la segunda parte!!!!
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