Valeeeeenciaaaaaaaaa
Nada más llegar, cenita en casa de Carla regada con Agua de Valencia (arghghgh) y corriendo a ver el increíble Castillo de fuegos artificiales, gracias a los cuales acabamos llenos de papelitos quemados. De ahí a buscar a NuriaRoca, que había quedado con unas amigas para tomar paella en la calle. Y después a una verbena de no se qué falla con una orquesta de lo más decepcionante. ¿Por qué? Pues porque señores, una orquesta de toda la vida toca grandes temas como "Corazón Latino", "Te estoy amando locamenti" o pasodobles. Pues esta osada banda tocaba canciones de Bon Jovi y de Ska - P. Pero lo peor no fue eso, no. Lo peor fue que la pedorragordaembutida cantanteengañónos cual párvulos haciéndonos creer que iba a cantar "Loca". Carla y yo casi morimos en ese momento gritándole a la tía "Locaaaaaaaaaaaaaaaaa, vivaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!". Y la cantó, la cantó. Pero la de Luz Casal. Cómo se puede ser tan hijaputa.
Tras el raro repertorio escuchado en la verbena nos fuimos como pudimos a un bar de cuyo nombre no me acuerdo y al que habían ido de jóvenes la mitad de los padres de los allí presentes. Entre temazos como "Hung up" (versión Terremoto de Alcorcón), "Clone Fashion" o "Bizarre Love Triangle" me abalancé sobre varios de los presentes exigiendo que me regalasen su pañoleta, petición ante la cual siempre recibía la misma excusa: "Es que me la ha regalado una amiga". Y yo me pregunto: ¿Hay una tía en Valencia que es amiga de todos y a todos regala pañoletas? ¿Y por qué a mi no me regala ninguna?.
Acabamos la noche comiendo churros, no sin antes pasar por una falla que tenía entre sus ninots (o como se escriba) una magnífica Cruella de Vil con la que me vi obligada a hacerme una foto de la que más tarde me arrepentí (y que no reproduciré aquí).
Cuando por fin arrivamos a casa de Carla, las "tres tías locas" (Olalla, Nuria y una servidora) nos metimos en la camita que amablemente nos había asignado nuestra anfitriona, la Srta. Flames. Y allí "dormimos", y digo "dormimos" porque yo apenas podía moverme ya que estaba situada en el medio de Olalla y Nuria. De Olalla no digo nada porque la pobre dormía cual refugiada de guerra (más o menos como duerme Héctor).
Al día siguiente nos levantamos prontito (a las doce y media) para ir a ver la Mascletá, algo muy recomendable para cuando tienes resaca. La vimos y la sufrimos y luego compramos pañoletas para no tener que ir pidiéndolas.
Por la tarde nos dejamos los pies viendo fallas y nos compramos globitos para después hacer voz de pitufos. Por la noche, otra vez Castillo y verbena, aunque esta vez sin cutreorquesta pero con grandes temazos de todalavidaasímeloaprendíyo como... no sé, porque ninguna logramos recordarlos.
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